miércoles, 24 de febrero de 2010

EL MUNDO DE SOFIA

Por: Gabriela Labastida Tarazena

Al leer y ver la película de El Mundo de Sofía es en la actualidad, el mejor y más accesible libro sobre la historia de la filosofía y el mayor éxito en la historia de la literatura. Hasta aquí todo va perfecto. Pero tiene un defecto tan grande que se me antoja imposible continuar esta reseña sin una indicación: El Mundo de Sofía es un libro que son dos libros. Por un lado, un completísimo y fascinante manual sobre las figuras clave en la filosofía y el pensamiento social, contada de forma divertida y fomentando la actitud de culturizarse y aprender. Por otro lado, una novela en ocasiones lograda, en el resto mediocre. El desnivel entre ambos provoca que esto sea un defecto y no una virtud.

La excusa argumental que propone Jostein Gaarder, autor de esta obra, es una niña preadolescente llamada Sofía Amundsen que encuentra en su buzón una carta que contiene la siguiente frase: “¿Quién eres tú?”, que servirá de puerta para una proposición tan extraña como sugerente: recibir un curso de filosofía por correspondencia.

A partir de aquí, hay dos opciones: dejar a un lado el relato y centrarse sólo en las sucesivas cartas que Sofía va recibiendo (esto es, leer los “manuales” por correspondencia sobre los sofistas, Platón, Sócrates, Aristóteles, San Agustín, Descartes, etcétera), o leer la novela y saltarse los folletos de filosofía. Cada una de las dos partes es tan inconexa y está tan diferenciada, que la labor de leer ambas cosas a la vez se torna difícil por no decir imposible, que sin duda opta por leer primero una parte y luego la otra.

En cuanto al relato, hay que decir que está rebosante de lagunas narrativas. A menudo, se puede apreciar que los fenómenos paranormales y las incoherencias y paradojas están colocadas al propósito, con el dudoso fin de aportar mayor misterio a la historia. Tras un comienzo espectacular e hipnótico, que mantiene al lector literalmente anclado al libro, el declive es absoluto cuando Gaarder intenta, sin éxito, explicar de forma efectiva la premisa propuesta. Una niña paralela a Sofía, llamada Hilde, con la que tiene muchos elementos en común; y el enigmático Alberto Knox, que resulta ser el hasta entonces anónimo profesor de filosofía. De forma progresiva, encontramos un argumento cada vez más ininteligible y caprichosamente complejo, en el que el manido recurso de presentar una novela dentro de la novela hace acto de presencia con resultados poco satisfactorios. En las últimas páginas, aparece incluso una escena onírica en la que dos adolescentes, amigos de Sofía, protagonizan un pasaje de sexo salvaje con descarada intención comercial. Se me hace exagerado pensar que su arriesgado y brillante final salva el conjunto entero, ya que el lector, con toda probabilidad, se habrá perdido en tan liante y arbitrario maremágnum de paralelismos e imposible relación de personajes.

Hablando ya de las “clases por correspondencia”, hay que admitir que Gaarder ha logrado escribir el libro sobre la historia de la filosofía. A destacar su propuesta sobre la capacidad de asombro, que sin duda determina nuestra forma de pensar y radicaliza las diferencias entre el mundo infantil y el mundo adulto. Sólo por esto la lectura de este libro merece la pena. Todos los capítulos, sobre distintas personas y épocas de la historia del pensamiento humano, tienen una calidad insuperable, aunque uno de los más recordados, es el que trata sobre las bases de Sigmund Freud. Más que nada, porque consigue, con un par de divertidos ejemplos, y varias frases escuetas, que el lector comprenda perfectamente el conocimiento del subconsciente y la finalidad del psicoanálisis.

Por tanto, es un libro complicado y repleto de altibajos en cuanto a su lectura por las razones expuestas, pero con fragmentos muy disfrutables. Su mayor virtud es que Gaarder consigue lo que se había propuesto: que el lector, tras acabar El Mundo de Sofía, sienta un interés indudable por la historia de la filosofía y su influencia en el ser humano.