Y TU MAMÁ TAMBIEN
Por: Gabriela Labastida
Una road movie, incipientes noviazgos juveniles, las promesas de fidelidad, la amistad llegando a la adultez, la atracción sexual por una mujer adulta, de las que son inalcanzables, la búsqueda de una playa paradisíaca, un manifiesto “charolastra” o cómo a través de estas variaciones mostrarnos una realidad social mexicana totalmente polarizada ¿debo decir latinoamericanamente?.
Tenoch (Diego Luna) y Julio (Gael García Bernal) se despiden de sus novias por el verano tomando rumbos separados en sus vacaciones. Invitan a Luisa (Maribel Verdú) una mujer 10 años mayor, a acompañarlos en un viaje a la costa, al principio ella se niega pero impulsada por las infidelidades de su marido decide aceptar.
Un escenario por momentos inquietante, con latentes impulsos y oídos sordos que no escuchan verdades que se dicen a los gritos.
La sugestiva dirección de cámara, nos da intimidad con los protagonistas y porqué no con cada casa o persona que se divisa en la ruta. Las voces en off ayudan a interpretar los detalles de la historia que son desconocidos para el espectador, como el santuario en el camino luego de un accidente o detalles de la última visita al médico de Luisa.
A medida que avanza la película vamos tomando conciencia de los verdaderos límites que tiene la historia, si se quiere hasta un agudo análisis de las clases sociales.
El escenario inquietante que mencioné termina mostrándose en una tela de prejuicios entre los protagonistas provenientes de realidades antagónicas y sus consecuentes resentimientos.
Desde el código charolastra y los chistes escatológicos hasta la poca distancia entre la felicidad y la tristeza. Una “road movie adolescente”.
Tenoch (Diego Luna) y Julio (Gael García Bernal) se despiden de sus novias por el verano tomando rumbos separados en sus vacaciones. Invitan a Luisa (Maribel Verdú) una mujer 10 años mayor, a acompañarlos en un viaje a la costa, al principio ella se niega pero impulsada por las infidelidades de su marido decide aceptar.
Un escenario por momentos inquietante, con latentes impulsos y oídos sordos que no escuchan verdades que se dicen a los gritos.
La sugestiva dirección de cámara, nos da intimidad con los protagonistas y porqué no con cada casa o persona que se divisa en la ruta. Las voces en off ayudan a interpretar los detalles de la historia que son desconocidos para el espectador, como el santuario en el camino luego de un accidente o detalles de la última visita al médico de Luisa.
A medida que avanza la película vamos tomando conciencia de los verdaderos límites que tiene la historia, si se quiere hasta un agudo análisis de las clases sociales.
El escenario inquietante que mencioné termina mostrándose en una tela de prejuicios entre los protagonistas provenientes de realidades antagónicas y sus consecuentes resentimientos.
Desde el código charolastra y los chistes escatológicos hasta la poca distancia entre la felicidad y la tristeza. Una “road movie adolescente”.
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