miércoles, 28 de abril de 2010

ANALISIS DE DULCE SOBRE ELLA Y SU VIDEO

DEJAME VOLVER CONTIGO
Por: gabriela Labastida
Esta es la música con la crecimos. Nuestras madres la escuchaban mientras, hacían limpieza o comandaban a la servidumbre, se tomaban los traguitos con las tías y cuñadas y luego lloraban desconsoladas por razones que se llevarán a la tumba. Mientras, nosotros correteábamos por allí convertidos en cachorros juguetones sin mayor oficio que alimentarse, berrear y ser feliz. Y allí está el meollo mis amigos.Cuando crecemos y nos enfrentamos al mundo en cualquiera de sus variantes, salimos vapuleados, con el corazon roto, quebrados fìsica y moralmente, empresas fracasadas, divorcios, peleas familiares, muertes de cercanos, corazones rotos, extravíos de mascotas, proyectos estancados, magistrados corruptos y una larga lista de ayes que prefiero no seguir porque se me están aguando los ojos. Y se me está rajando el corazón... de nuevo.¿Qué nos queda a nosotros si no refugiarnos en ese cofre que fue la infancia? Obviamente no se puede hacer literalmente porque, bueno razones metafísicas y físicas (al menos que el baúl sea de un tamaño considerable). La cosa es que se trata de volver a ese instante de felicidad cuando, retozábamos ignorantes de todo, sólo con la certeza de ser felices ese día, ese instante.
Por eso es fácil comprender a la cantante conocida como Dulce quien recurre a esa herramienta, la de volver al pasado sobre todas las cosas y contra cualquier consecuencia, con su tema Déjame volver contigo. Una interpretación de claro masoquismo que hincharía de orgullo a Masoch y haría romper en lágrimas al mismo Marqués de Sade.
En el video podemos ver su dolor en la manera en que se lastima a sí misma. Vistiéndose en jirones de falda, sobremaquillándose y alebrestándose el cabello en claro desconsuelo. Duelen los ojos al ver cómo usa esas sandalias negroplatinadas que combinan con la brillantina de esa especie en peligro de extinción que utiliza por vestido. Pocas veces somos testigos de un performance tan desgarrador y una autoestima tan... inexistente. Digo, está bien sufrir, pero elegantemente.

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